El fallecido Sumo Pontífice llegó a ser tildado como “jefe de la oposición” por el ex presidente Néstor Kirchner.

Los reiterados cortocircuitos entre el ex arzobispo de Buenos Aires y la administración kirchnerista, por temas vinculados con la pobreza, la inseguridad o la corrupción en el Poder,
registraron su pico de alto voltaje durante la discusión de la ley sobre Matrimonio Igualitario en el país.

En ese momento, a mediados de 2012, una carta enviada a las religiosas carmelitas de la provincia de Buenos Aires, y filtrada a la prensa, generó un revuelo de proporciones, dado que Bergoglio calificó a la iniciativa -impulsada por la presidenta Cristina Kirchner- como “una movida del Diablo”.

En marzo de 2013, al ser electo Papa, la relación con la entonces jefa de Estado argentino era mala, aunque tenía buenos lazos con otros dirigentes del oficialismo como el presidente de
la Cámara de Diputados de ese momento, Julián Domínguez, y el gobernador bonaerense, Daniel Scioli.

En cambio, el senador kirchnerista Aníbal Fernández era uno de los más críticos del Papa en el gobierno nacional, sobre todo después de que Kirchner lo tildara de “jefe de la oposición”.

El ex presidente dejó de asistir al Tedeum del 25 de Mayo en la Catedral metropolitana a partir de 2005, luego de un mensaje en clave de Bergoglio, pero dirigido a los Kirchner, en una homilía
en la que habló de “exhibicionismo y los anuncios estridentes” presuntamente del Gobierno.

Años más tarde, el ahora Papa se reunió primero con dirigentes agropecuarios y luego con el ex vicepresidente Julio Cobos, e incluso reclamó un “gesto de grandeza” a Cristina para destrabar el conflicto con el campo de 2008, lo que acrecentó el recelo de la Casa Rosada hacia su persona.

La crispación social fue otro de los temas que, a juzgar por sus comentarios, mantenía preocupado a Bergoglio en los últimos tiempos, endilgándose responsabilidad por esta situación, aunque elípticamente, a la Casa Rosada.

A fines de 2012, Bergoglio habló sobre el riesgo de que se crearan “dos bandos irreconciliables” en el país, producto de disputas ideológicas.

El primer Papa jesuita de la historia de la Iglesia Católica también confrontó duramente con el gobierno kirchnerista cuando saliera en defensa del obispo castrense Antonio Baseotto, quien
había dicho que el por entonces ministro de Salud, Ginés González García, “merecería ser tirado al mar”.

Baseotto se expresó en esos polémicos términos, en 2005, después de que González García se manifestara a favor de la despenalización del aborto.

“Querían cortarme la cabeza”

En 2023, el papa Francisco reveló que el kirchnerismo intentó meterlo preso: “Querían cortarme la cabeza”.

“Pusieron en duda todo mi actuar durante la dictadura”, aseguró el Pontífice en una conversación con jesuitas en Hungría.

En esa conversación, sostuvo que siendo aún arzobispo de Buenos Aires, el Gobierno de Cristina Kirchner dio “indicaciones” a tres jueces para que lo condenaran por su accionar durante la
dictadura.

Para el momento en que contó esa historia, el vínculo con la ex mandataria ya había cambiado y era completamente distinto.

Apenas llegado a El Vaticano, Cristina Kirchner envió unas frías felicitaciones, pero poco a poco la relación comenzó a entibiarse hasta mostrarse mucho más cálida en los últimos años.

La ex presidenta se vio casi una decena de veces con el Papa, quien le envió un afectuoso saludo tras el intento de asesinato que sufrió en septiembre de 2022.

Incluso, se comenzó a decir que era un “papa peronista” y se compararon las fotografías de Francisco junto a Cristina Kirchner y junto a Mauricio Macri, con quien se mostró más distante en sus encuentros.